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Palestina y El Nakba

 

Terrorismo Sionista Durante la Colonización de Palestina:

 

La Haganá, el Irgún y el Lehi

 Omar José Hassaan Fariñas

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                                                       Contenido                                           

 

  • Introducción

  • Concepciones Erróneas sobre el Genocidio en Palestina

  • ¿Por qué el “Estado de la Haganá”?

  • Herzl y la Cuestión de los Judíos

  • La “Promesa” de Balfour

  • La Importancia del Medio Oriente en la Geopolítica Global

  • El “Mandato” de Palestina (1920 – 1948)

  • Gobierno Británico del Mandato

  • Las Tres Terroristas: La Haganá; el Irgún y el Lehi

  • El Financiamiento Occidental del Proyecto Sionista

  • La Gran Revuelta Árabe de Palestina, 1936 – 1939

  • Gran Bretaña Salva al Sionismo de la Rebelión Árabe

  • La Lucha Palestina durante la II Guerra Mundial

  • El Nakba y la Creación del Estado de la Haganá

  • La Masacre del Santuario de Abraham – 1994

  • Los Mitos Fundacionales del Estado de la Haganá

  • Las Secuelas de un Siglo de Genocidio

  • Bibliografía Consultada

Introducción

Otorgar una concepción concreta, amplia y precisa sobre la gran tragedia del pueblo palestino, es prácticamente imposible, en unas meras 45 páginas. Justo por esta razón, el documento actual no pretende tener esa amplia ambición, y en su lugar, solo desea enfocarse en un aspecto muy particular de la trágica historia del pueblo palestino: los orígenes terroristas del proceso de limpieza étnica y genocidio del sionismo en Palestina.

 

La lucha del pueblo palestino ha generado un gran interés para toda la humanidad por múltiples razones, entre estas tenemos el grado de injusticia y violencia que se perpetra contra la población indefensa palestina, y como una pequeña minoría mundial hace lo absurdamente posible para proteger y sostener este proceso de genocidio, el cual se está gestando en frente de toda la humanidad, como el primer proceso de genocidio televisado instantáneamente en la historia humana.

 

Los horrores de este holocausto en particular, si los contemplamos serenamente por un momento, no son tan novedosos para la humanidad, a pesar de que este proceso en particular, en contraste con los demás genocidios, ha sido el único que se puede observar de manera instantánea, por todo el planeta. No obstante, parte de lo que hace a este que sea tan sui generis, es el propio cinismo de los apologistas y facilitadores del genocidio, quienes siguen haciendo todo lo posible para “darle más tiempo” a los genocidas para que “terminen la tarea” (el genocidio), una postura jamás antes percibida de esta manera tan descarada, en la reciente historia de la raza humana. Los responsables de esta consigna[1] son los mismos gobiernos occidentales de la “democracia” y los “derechos humanos”, en uno de los actos de hipocresía más grandes de los últimos tiempos.

 

Este documento, a través de la presentación de una breve síntesis histórica del carácter fundamentalmente terrorista del proyecto sionista – antes, durante y después de 1948 - espera contribuir con insumos históricos para responder y/o neutralizar tres concepciones (entre tantas otras) altamente erróneas sobre las luchas del pueblo palestino, lucha que ni inició el 07 de octubre del año 2023, ni terminará en el futuro cercano. Estas tres concepciones erróneas son las siguientes, a saber:

 

  1. La violencia en Palestina entre sionistas y palestinos es una “guerra” (lo que sugiere un conflicto entre partes iguales), o un “conflicto” alimentado por el “extremismo religioso” (es decir, un conflicto “irracional” que no se fundamenta en asuntos políticos y económicos, sino en aspectos abstractos que no pueden ser negociados, como la religión), o es efectivamente un “conflicto religioso/cultural” (igualmente irracional, y, por ende, no-negociable), o forma parte de unas “operaciones militares anti-terroristas”, etc.;

  2. Abordar la “violencia” del “conflicto” actual en Palestina, implica abordar los sucesos del 07 de octubre de 2023 y en adelante, o cualquier otra narrativa que distancia o crea la ilusión de una separación entre los eventos del día indicado, y la historia de un siglo entero antes de ese día (desde la década de 1920);

  3. Este conflicto, como sea que se define o se conceptualice, inició en 1948, con la partición de Palestina, y la resistencia palestina al proyecto colonial, de limpieza étnica y genocida, igualmente inició en el año 1948.

 

El documento actual no pretende abordar la historia de la creación de Hamas y el Yihad el Islami; tampoco abordará los acuerdos de Madrid (1991) y de Oslo (1993 y 1995), ni mucho menos se hablará de las varias agresiones contra la población palestina encerrada en la Franja de Gaza, por parte de lo que en este documento denominaremos el “Estado de la Haganá”, como también la “Entidad Genocida”, o la “Entidad Sionista”. Tampoco trataremos de abordar los procesos sociohistóricos altamente sangrientos que se están gestando desde el 07 de octubre del 2023.

 

Aunque el interés de muchos lectores es por los sucesos de la actualidad, consideramos que el profundo desconocimiento sobre el pasado histórico de Palestina, sus luchas y la sangrienta colonización de los sionistas europeos del territorio palestino, es quizás el obstáculo más significativo para comprender de manera correcta y adecuada, estos procesos de limpieza étnica y genocidio. Este desconocimiento igualmente limita la capacidad de responder y desarticular las narrativas del sionismo y sus apologistas, las cuales no dependen de la realidad histórica, sino del desconocimiento de la población mundial, junto al inmenso poder de difusión de los medios hegemónicos.

 

Una de las tantas preocupaciones de los varios analistas internacionales, expertos de geopolítica e historiadores que defienden la causa palestina, y que también defienden la veracidad histórica de los abusos del “revisionismo” sionista y estadounidense,[2] es precisamente el tema del “terrorismo”.[3] Cada vez más, este término se emplea de manera altamente arbitraria, imprecisa y desesperada, para descalificar las luchas del pueblo palestino, y justificar el sangriento genocida en Gaza y Cisjordania. Con inanes expresiones repetidas ya sin sentido alguno, como por ejemplo “defender el terrorismo” y la constante acusación de “antisemitismo”[4] – aún en contra de personalidades y grupos que efectivamente son semitas - los defensores del sionismo y los negacionistas del holocausto en Gaza, pretenden legitimar el exterminio sistemático de un pueblo entero.

 

Los occidentales conservadores en Europa y Estados Unidos – los apologistas del genocidio actual – emplean el término “antisemita” ahora incluso hasta contra los propios judíos que rechazan y critican el genocidio sionista contra los palestinos,[5] un asunto recargado de una ironía que estos mismos apologistas no quieren contemplar. Interesantemente, la acusación de “antisemitismo” se empleaba contra las personas que negaban el holocausto nazi, pero ahora se aplica más arbitrariamente contra quienes no apoyan el holocausto sionista. Precisamente por eso es que términos como “antisemitismo”, “derechos humanos” y “terrorismo”, siempre tienen que ser altamente flexibles y amorfos, para que estos puedan ajustarse a las distintas y cambiantes necesidades geopolíticas de los líderes y elites occidentales, en cualquier dado momento.

 

Para responderle a estos negacionistas y defensores del genocidio, se requiere necesariamente de una fresca memoria histórica. Es precisamente la intención de este documento, “refrescar” la memoria de los lectores sobre el terrorismo sionista, y cómo este constituye la estructura misma de la existencia de la Entidad Sionista, mucho antes de su creación, a lo largo de los años de exterminio y robo de tierras, así como el trágico año de su creación, y hasta el momento en el cual se finalizaron las investigaciones en este documento, en el mes de septiembre del 2025.[6]

 

Esperamos ofrecer aquí una serie de breves apuntes históricos sobre la Palestina del Siglo XX, enfocándonos en cómo el imperialismo británico, a través de una de las tragedias más grandes del Siglo XX – la declaración de Balfour y las relaciones entre el gobierno británico y los sionistas europeos – fue el elemento fundamental que le garantizó la existencia y eventualmente el éxito a la quimera genocida que conocemos hoy en día como la “Entidad Sionista”. Adicionalmente, exploraremos cómo el terrorismo político sionista, la limpieza étnica y el exterminio de las poblaciones civiles palestinas, fueron todos elementos indispensables del sionismo, para perpetrar el hurto de tierras más grande del Siglo XX.

 

Efectivamente, quienes denuncian el supuesto “terrorismo” palestino,[7] son los primeros que les interesa ocultar la compleja historia del terrorismo sionista antes de 1948, terrorismo que golpeó tanto a los palestinos como a las propias autoridades coloniales británicas, desde las décadas de 1920, y hasta 1948. Desde 1948 y en adelante, el terrorismo sionista pasó a ser terrorismo de Estado,[8] pero en todos los casos, desde la década de 1920 y hasta los momentos, nunca dejó de ser limpieza étnica y genocidio. A estos efectos, abordaremos muy brevemente pocos elementos sobre el Mandato de Palestina, el rol de Gran Bretaña en la triste tragedia del pueblo palestino, y en composición y las acciones de las tres organizaciones terroristas que conjuntamente, crearon la Entidad Sionista: La Haganá, el Irgún, y la Banda de Stern, la que eventualmente pasaría a denominarse el “Lehi”.

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Concepciones Erróneas sobre el Genocidio en Palestina

 

Habíamos señalado, en el comienzo de esta breve introducción, tres concepciones altamente erróneas sobre las luchas del pueblo palestino. Este documento ofrecerá argumentos históricos que refutan estas concepciones erróneas, sin duda alguna. No obstante, antes de entrar en los procesos sociohistóricos, es quizás importante aclarar, de manera precisa, pero a la vez sucinta, las razones por las cuales estas concepciones son completamente erróneas, a saber:

 

La “violencia” en la cual vive el pueblo palestino[9] es literal y jurídicamente, un largo proceso de genocidio y de limpieza étnica. No es una guerra entre fuerzas armadas iguales, no es un “conflicto” ambiguo e impreciso, ni tampoco le aplica otros términos que pretenden “equilibrar” e “igualar” perpetradores y víctimas, en el marco de un proceso de genocidio. Lo que los medios occidentales llaman un “conflicto” es, de hecho, la progresiva destrucción de un pueblo entero, la eliminación de su historia, la eliminación de un espacio geográfico y sociocultural distinto y la eliminación de un nombre que ha existido desde la antigüedad milenaria.

 

Podemos ver la hipocresía occidental, al categorizar la agresión nazi contra el Levantamiento del Gueto de Varsovia de 1943 como parte de un genocidio (lo cual lo fue), mientras que la agresión sionista contra la sublevación palestina en el gueto que es Gaza, lo categorizan ambiguamente como un “conflicto”. Interesantemente, en el gueto de Varsovia en 1943, habitaban más de 380.000 judíos - 30% de la población de la ciudad - en apenas 2,4% de la superficie de esta, asunto muy comprable con la situación de los palestinos en el “gueto” que es Gaza. Incluso, los judíos para entonces murieron tanto del exterminio a través de las armas, como de las epidemias y el hambre, al igual de lo que podemos ver hoy en día, en la realidad de Gaza. En ambos casos, denominar la crueldad del exterminio como un “conflicto”, es equivalente a colaborar activamente con el genocida, sea este nazi o sionista.   

 

Las palabras empleadas forman parte del proceso de “borrar” a los dueños legítimos de las tierras. Junto a expresiones como “conflicto”, existen tantas otras: Los “vecindarios” se utilizan para describir los asentamientos sionistas ilegales sobre tierras palestinas; los “enfrentamientos” son en realidad limpieza étnica y genocidio en cámara lenta; la “autodefensa” es la expresión favorita que transforma el exterminio de poblaciones civiles e indefensa, en un “derecho legítimo” que solamente posee el agresor, y suele describir bombardeos con armas de inmensa capacidad destructiva contra poblaciones civiles altamente empobrecidas; “valla de seguridad” es en realidad una de las varias manifestaciones físicas de un sistema de apartheid y de apropiación de tierra.

 

Mientras que los únicos “civiles” en el Medio Oriente son los colonos terroristas que mantienen vivo el sangriento legado de la Haganá, el Irgún y el Lehi, los que estos denominan como “terroristas”, suelen ser la absoluta totalidad de la población palestina, y posiblemente todas las poblaciones árabes de la región. Estas expresiones de “violencia” y “conflictos”, son meros eufemismos creados por los genocidas y sus aliados geopolíticos, para proteger a la Entidad Genocida, mientras esta termina su arduo y difícil trabajo de exterminio y expulsión masiva, trabajo que ya tiene un siglo en proceso.

 

Mucho menos es una “guerra religiosa, o cultural, o lingüística”, con todas las implicaciones que estas expresiones poseen para ofuscar la realidad de un genocidio. Las “guerras religiosas”, en realidad, no existen en la historia humana, o por lo menos no existen como verdaderos y reales casus belli, que motivan a las elites a tomar las decisiones sobre las guerras, las invasiones y los exterminios. Los conflictos bélicos y las masacres sistemáticas de las poblaciones civiles se han dado a lo largo de la historia humana, abrumadoramente por motivaciones relacionadas con el deseo de ejercer el dominio y el control sobre otras poblaciones, controlar los espacios físicos y geográficos, y apropiarse de los recursos naturales y/o las riquezas de los otros. Todos estos elementos altamente interconectados son netamente materiales, sin relación alguna a temas abstractos, como la religión o la cultura.

 

No obstante, estos elementos suelen ser “reclasificados” por las elites que instigan y luego dirigen los conflictos,[10] como conflictos “religiosos” o “culturales”, empleando discursos altamente ideologizados y con elementos propagandistas, solo para poder movilizar a las masas (quienes ponen los muertos), como también para evitar negociar o realizar concesiones al enemigo. Las elites emplean la religión, la cultura y el nacionalismo para movilizar a los combatientes, pero los conflictos son motivados estrictamente por razones de poder y de riquezas, y casi siempre son las riquezas de los otros.

 

En este caso en particular, este proceso de genocidio es por la tenencia de la tierra (fuente de todas las riquezas, obviamente), con el fin de imponer a la fuerza una colonización por parte de un grupo de inmigrantes europeos que invadieron territorios en el Medio Oriente, y que pertenecen y estaban ocupados por los palestinos. Hasta el momento (septiembre de 2025), estos colonizadores, invasores y genocidas no han logrado desplazar y/o exterminar la totalidad de los dueños originales de estas tierras, por lo cual decidieron, después del 07 de octubre de 2023, acelerar estos procesos de genocidio y limpieza étnica, llevándolos a las macabras dimensiones que toda la humanidad puede presenciar en la actualidad;

 

El proceso de genocidio y limpieza étnica contra el pueblo palestino, definitivamente no inició el 07 de octubre de 2023. No obstante, tampoco inició en 1948, con el “Nakba”.[11] En realidad, empezó cuando se unieron las voluntades del imperio británico durante la Primera Guerra Mundial, con las del sionismo occidental y europeo, para apoderarse de Palestina, alrededor del mismo tiempo que se emitió de la mal llamada “promesa de Balfour” (1917), y luego la creación del Mandato de Palestina por parte de la Liga de las Naciones (1920). Fue en este periodo que igualmente se intensificaron las oleadas de migraciones sistemáticas de los colonos judíos y europeos, a Palestina.

 

La limpieza étnica de los palestinos inició – de manera lenta, limitada y no-sistemática, pero activa, y desde entonces - durante la década de 1920, con el desplazamiento de estos de sus tierras y de sus ciudades, para hacer espacio para los colonos sionistas europeos, mientras que el inicio del genocidio se hizo evidente durante la Gran Revuelta Árabe de Palestina, entre los años 1936 y 1939. Desde entonces, los dos procesos de limpieza étnica y genocidio, han fluctuado entre altas y bajas intensidades, pero nunca han cesado por completo. Se evidencian altas intensidades a estos procesos continuos, durante los años 1948, 1967, 1982, 2011, y varias otras fechas, y, finalmente, quizás su máxima intensificación hasta los momentos, después del 07 de octubre de 2023, y hasta el momento (septiembre de 2025);   

 

Como indicamos en el punto anterior, este proceso de hurto de tierras a través de la limpieza étnica y el genocidio, nunca inició en el 2023, ni tampoco en el año 1948, pues ya tiene un siglo de existencia, desde la década de 1920. En este sentido, la resistencia palestina tampoco es un asunto novedoso, sino que inició al mismo tiempo, y logró demostrar una de sus primeros grandes procesos durante la Gran Revuelta Árabe, entre los años 1936 y 1939. Desde entonces, la resistencia encabezada por el mártir sirio Eez el Din El Qassam (la Palma Negra), pasando por la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Fath, y ahora Hamas y el Yihad el Islami, todos han sido categorizados por los sionistas y sus socios occidentales, como organizaciones “terroristas”, y alegan que varias de estas están motivadas por impulsos abstractos e ilógicos como la “religión” (es decir, no poseen reclamos políticos), por lo cual no se puede negociar con estas.

 

Las organizaciones terroristas sionistas fueron categorizadas como terroristas por los británicos, solamente después que estas se “voltearon” en contra de estos, y nunca antes, ya que, por un largo tiempo, estos dos de manera conjunta exterminaban y desplazaban a los palestinos. Poco después de la creación de la Entidad Genocida en 1948, la mayoría de los medios y círculos oficiales en el Mundo Occidental – incluyendo los propios británicos - cesaron de reconocer a estos como terroristas, y en vez ahora los denominan como “freedom fighters”.  

 

Si la OLP y Hamas son organizaciones “terroristas”, pues entonces igualmente fueron terroristas organizaciones como el Congreso Nacional Africano, de Nelson Mandela; el Frente Nacional para la Liberación de Argelia de Ahmed Ben Bella y Houari Boumediène; la resistencia francesa al gobierno Vichy durante la Segunda Guerra Mundial (los llamados “France Libre”), y el Viet Minh de Hồ Chí Minh, entre tantos otros grupos y organizaciones que lucharon por la liberación del dominio y la colonización. Definitivamente, organizaciones como La Haganá, el Irgún y el Lehi son terroristas, simplemente a raíz de la amplia cantidad de civiles que han masacrado durante sus años de actividad, antes de integrarse para formar el “Estado de la Haganá”. Desde entonces, intensificaron los procesos de limpieza étnica y genocidio,[12] a través del terrorismo de Estado.  

​

¿Por qué el “Estado de la Haganá”?

 

Finalmente, es importante aclarar la razón por la cual, en el documento actual, denominamos a la Entidad Sionista como “El Estado de la Haganá”. La Entidad Genocida no fue creada por una sociedad nacional – arraigada sobre un territorio propio – y que fue evolucionando históricamente, hacia una etapa en la cual logra formar paulatinamente un Estado, y finalmente, el Estado es el que organiza unas fuerzas armadas, para la protección de este mismo, y de su sociedad.[13]

 

Este asunto recién indicado fue radicalmente diferente, para la quimera que conocemos como la “Entidad Sionista”. Estos son los elementos que hacen del proyecto sionista, un caso sui generis en la historia humana, lejos de ser una “sociedad nacional”, un “Estado” con sus propias “Fuerzas Armadas”:

 

  • El carácter netamente colonial del proyecto sionista, ya que trajo una cantidad considerable de colonos de distintas partes del mundo, para crear colonias sobre territorios de otros, lejos de tener una relación constante y continúa con el territorio a ser colonizado. Es decir, no se trata de una evolución social o de un proceso de “independencia”, sino de colonización que pretende ser orgánico e histórico;[14]

  • Una supuesta “sociedad” que pretende ser nacional, pero que en realidad son múltiples grupos heterogéneos de muchas otras sociedades y naciones (preliminarmente de países de la Europa Oriental, pero también del Medio Oriente, de Etiopia, etc.) y que no poseen mucho en común, salvo una concepción religiosa y un discurso ideológico que ellos denominaron “sionismo”, una mera excusa para justificar el hurto de tierras de otros y el traslado masivo de quienes hurtan, a sus nuevas “propiedades”;

  • La imperiosa necesidad que estos colonizadores tenían de desplazar a los dueños de las tierras que conformarían – luego del hurto - el espacio físico de esta futura sociedad, altamente artificial y ahistórica. Esta necesidad indica no solamente que se tenía que desplazar y exterminar a quienes ocupan las tierras, antes de que efectivamente se pueda empezar a desarrollar una relación con estas (asunto que no aplica a ninguna otra sociedad moderna en el mundo), sino que no existía desde el comienzo de esta supuesta “nación”, una relación genuina entre esta y las tierras que pretendía ocupar.

 

Uno de los grandes desafíos del proyecto sionista, siempre fue la naturaleza de su sociedad artificial, ya que esta se pudiera comparar con un “mosaico de retazos” de varios grupos socioculturales – con diferentes idiomas, culturas culinarias, costumbres, literaturas y tradiciones – y que poseen casi nada en común, salvo la profesión de una religión, aunque con practicas muy diferentes entre los propios grupos religiosos.[15]

 

La alta artificialidad y heterogeneidad social del proyecto sionista, en el cual esta se encuentra lejos de ser una sociedad orgánica e histórica, junto a la insistencia de tantos otros judíos (sionistas y no-sionistas) de seguir viviendo en Europa y Estados Unidos, en lo que ellos consideran que son sus verdaderas sociedades nacionales,[16] son dos elementos fundamentales del grave problema estructural del proyecto sionista, y un fuerte golpe a su legitimidad y posible continuidad.

 

Estos elementos, y quizás otros más, alejan paradigmáticamente a la Entidad Sionista, del resto de los Estados Naciones del sistema internacional. Los sionistas tuvieron que crear primeramente sus organizaciones terroristas, luego iniciaron el exterminio y el genocidio lento para desplazar a una parte de la población nativa (los palestinos) de los territorios a ser hurtados,[17] seguidamente elevaron estas organizaciones terroristas a nivel de “ejércitos” profesionales con el fuerte y casi incondicional apoyo británico y occidental, para entonces proceder a crear un “Estado”, y, finalmente y después de todos estos pasos, empezaron a construir la ilusión de una “sociedad nacional”, importando gente de destinos tan diversos como Polonia, Irak y Etiopia, para “construir” este artífice social, en un proceso que en cualquier otra parte del mundo, se dio de manera orgánica y sociohistórica.  

 

Mientras que los grupos humanos con verdaderas raíces históricas lograron evolucionar sociohistóricamente hacia sociedades nacionales, y estas últimas luego construyeron sus propios Estados nacionales a lo largo de décadas o hasta de siglos, y conjuntamente con los procesos de construcción del Estado, se materializaron los procesos de organizar sus fuerzas armadas nacionales, la Entidad Sionista construyó un Estado para sostener a sus fuerzas genocidas previamente existentes, y después de tener el ejército y el Estado, fue que procedió a construir una “sociedad”. Este artífice de sociedad sigue siendo, hasta el año 2025, una quimera amorfa sui generis en el sistema internacional.

 

Por lo antes indicado, denominamos a esta concepción altamente ahistórica y artificial, el “Estado de la Haganá”, porque no es el Estado de, y creado por, una sociedad, sino es un Estado creado por una organización terrorista,[18] que se “graduó” a fuerzas armadas para ampliar los procesos de exterminio de civiles y de hurto de tierras, y procedió a crear un “Estado” para mantener sus fueras genocidas, y finalmente fue construyendo su “sociedad”, de la manera más artificial y ahistórica posible.

 

NOTAS:  

 

[1] Esta consigna es muy semejante a la otra que ya tenemos casi 3 años escuchando, día y noche, por parte de la Entidad Sionista y de sus aliados: el “derecho a la defensa propia” que solamente posee la Entidad Sionista en todo el Medio Oriente.

[2] Este “revisionismo” sionista y occidental construye sus narrativas con claridad y consistencia, ya que su única lógica es defender sus intereses geopolíticos. Desde su perspectiva, el holocausto en Gaza es necesario para defender sus intereses geopolíticos, por lo cual será defendido de la manera en la cual lo observamos en la actualidad.

[3] El terrorismo es una etiqueta de gran utilidad geopolítica para Estados Unidos y sus aliados, razón por la cual no posee una definición concreta y clara para este país, en el ámbito internacional. La necesidad es que exista de manera “fluida”, dinámica y amorfa, para poder emplearla contra un grupo que perjudica sus intereses geopolíticos, y desacreditarla cuando otros las aplican para describir a grupos que avanzan los intereses geopolíticos de Estados Unidos y sus aliados.

[4] Interesantemente, el pueblo palestino es, efectivamente, un pueblo semita: no solamente por sus mezclas étnicas con los pueblos árabes, sino por ser canaanitas y fenicios y otros grupos semitas de la antigüedad, al igual que los hebreos, quienes originalmente son de Mesopotamia. 

[5] Nos referimos a personalidades como Norman Finkelstein, Noam Chomsky y la organización “Jewish Voice for Peace”.

[6] Este documento fue elaborado entre los meses de agosto y septiembre de 2025, en la República Bolivariana de Venezuela.

[7] Todas las organizaciones que resistieron o resisten el terrorismo y el genocidio sionista, han sido calificadas como “terroristas”, por parte de sionismo y muchos de sus aliados occidentales. Desde la “Palma Negra” de Eez el Din Al Qassam en 1930, y hasta Hamas y el Yihad el Islami de la actualidad, incluyendo la Organización para la Liberación de Palestina y Fath, las cuales no son islamistas sino seculares.

[8] En realidad, no siempre fue terrorismo de Estado. Los colonos en los asentamientos ilegales en Cisjordania se organizan con armas para atacar a los palestinos, en claras acciones terroristas, mientras que la masacre de 1994 en Hebrón fue un acto terrorista que abordaremos en este trabajo.

[9] Determinar con precisión cuando se puede considerar el inicio de la lucha palestina, depende de los criterios empleados, como también de la historiografía utilizada. Si vamos por la historiografía sionista, pues la lucha palestina nunca empezó, porque los palestinos mismos no existen, y estos son meramente unos nómadas árabes sin cultura, ciudades, civilización, historia, etc., que por odio y “antisemitismo”, quieren robarle los derechos históricos y bíblicos al pueblo elegido y dueño de Palestina. Pero si empleamos cualquier otra historiografía que no sea el delirio sionista, podemos indicar que, aunque el flujo migratorio de los judíos europeos inició a finales del Siglo XIX, en realidad las agresiones sistemáticas se evidencian desde la década de 1920, es decir, desde hace un siglo.

[10] Son las elites sociales – los líderes políticos, económicos, religiosos, etc., - quienes toman las decisiones sobre las guerras, pero la efectiva participación en estas, es naturalmente relegada a las masas, los pobres, los marginalizados, etc. Es vital no confundir las motivaciones de las elites para entrar a una guerra (las cuales son siempre materiales), con los mecanismos de movilización de las masas (los cuales suelen ser religiosos, culturales, ideológicos, nacionalistas, etc.), ya que estas dos son drásticamente diferentes.

[11]El Nakba significa el Catástrofe, en árabe, término empleado en la historiografía árabe y palestina para referirse al proceso de creación de la Entidad Genocida en 1948, lo cual incluye tanto la profundización de los procesos de limpieza étnica y genocidio de los palestinos que había iniciado desde la década de 1920, como la intervención fallida de los ejércitos árabes, y la “proclamación” del Estado de la Haganá, como la negación del derecho al retorno que se les aplicó a todos los palestinos expulsados de sus tierras.

[12] A lo largo del documento actual, haremos referencia repetida a las expresiones “limpieza étnica” y “genocidio”. La Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio de 1948, describe cinco actos que pueden constituirse como un “genocidio”, si se llevan a cabo con la intención de destruir a un grupo étnico, nacional, racial o religioso: Matar a miembros del grupo; Causar lesiones graves a la integridad física o mental; Someter deliberadamente a condiciones de vida que hayan de acarrear la destrucción física total o parcial del grupo; Imponer medidas destinadas a impedir los nacimientos; Trasladar a niños por la fuerza. Para que se considere un genocidio en al ámbito del derecho internacional, las acciones deben realizarse con la intención de eliminar a todo un grupo de personas. La limpieza étnica está relacionada con el genocidio, pero esta última se centra más en la geografía y en el desplazamiento forzoso de grupos étnicos o afines de zonas específicas. La mayor coincidencia entre la limpieza étnica y el genocidio se produce cuando el desplazamiento forzoso de una población, conlleva la destrucción de un grupo. La limpieza étnica suele ser una política implementada por Estados para moldear el mapa demográfico, especialmente en las zonas fronterizas. Aunque demonstrar la “intención” - antes del 07 de octubre de 2023 - de exterminar poblaciones palestinas por parte del Estado de la Haganá no es fácil (a pesar de que tampoco es imposible), la intención sí se evidencia después de esa fecha, gracias a las declaraciones oficiales y televisadas del liderazgo político sionista y su soberbia al considerar que el mundo entero estará a su lado para asistir en el genocidio. Por estas razones, empleamos ambos términos, insistiendo en que ambos iniciaron en la década de 1920, y no después. Lógicamente, para establecer un “Estado Judío” sobre un territorio que no dominas y que está ocupado por una sociedad palestina debidamente constituida, o tendrás que desplazarlos forzosamente (lo que sería limpieza étnica) o tendrás que exterminarlos (efectivamente, un genocidio). En el caso de Palestina, desde la década de 1920 y hasta la década de 2020 (un siglo), ambos procesos han sido y siguen siendo necesarios, para lograr la visión del sionismo europeo del Siglo XIX.  

[13] Efectivamente, ese fue el caso de Venezuela, por ejemplo. Aunque creada por la fusión de colonos europeos, esclavos africanos y las poblaciones originarias, fue una evolución paulatina entre sociedad y tierra, en la cual surgió primeramente lo social y lo económico, para luego evolucionar lo político y estatal, a lo largo de procesos sociohistóricos que quizás aún no han finalizado. Nada de esto existe para la quimera sionista.

[14] Los colonos españoles, portugueses, franceses, holandeses y anglosajones que llegaron al continente americano, igualmente colonizaron territorios que no eran de ellos, sino de las varias sociedades amerindias que descubrieron el continente, varios milenios antes de la llegada de estos europeos, y al igual que los sionistas, fueron altamente brutales, practicaron varios procesos de de limpieza étnica y sin duda alguna, se puede considerar como genocidios. Pero lo que separa a estos procesos europeos en América del proceso sionista, es que los anglos crearon colonias y sociedades anglosajonas, mientras que los españoles crearon colonias españolas, al igual que los otros europeos. Todos los invasores europeos ya eran sociedades propiamente establecidas, antes de llegar al continente americano. En el caso de la Entidad Sionista, los “colonos” no son de una nación debidamente constituida antes de su invasión a Palestina, sino una combinación de gente de varias culturas, idiomas, tradiciones, etc.

[15] La supuesta “sociedad” sionista, pudiera compararse con el famoso “monstruo” en la novela “Frankenstein o el moderno Prometeo”, de la escritora inglesa Mary Shelly. Se trata de un ser creado a partir de partes diferentes de varios cadáveres, en muchos casos con piezas que no encajaban perfectamente, y que fueron “cocidas” para que se sostengan adecuadamente, ya que la criatura no posee una forma natural de sostener sus componentes.

[16] Es decir, que, a pesar del éxito del proyecto sionista, estos sionistas europeos nunca emigraron a la Palestina ocupada, y en vez se quedaron en el mundo occidental. En Estados Unidos aún quedan entre 5,8 y 6,2 millones de judíos, mientras que en Europa quedan como 1,4 millones de judíos, sin interés alguno de regresar a la “tierra prometida”, lo cual era precisamente el punto original del proyecto sionista. Los 7,2 millones de judíos que viven en el Estado de la Haganá constituyen solamente el 45,5% del número total de judíos en todo el mundo.

[17] Aunque nunca lograron desplazar a toda esa población, lo que efectivamente es la razón principal por la cual el exterminio que estamos presenciando en el año 2025 continua, desde su incepción hace un siglo.

[18] Nos referimos aquí, obviamente, a la Haganá, con sus diferentes vertientes, como el Irgún y el Lehi.

Texto de la Investigación Completa:
El Terrorismo Sionista Durante la Colonización de Palestina: La Haganá, el Irgún y el Lehi

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