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Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU

Updated: Feb 17

Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU: Breves Observaciones

Omar José Hassaan Fariñas




Por quinta vez, Venezuela es elegida como miembro no – permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, menos de un mes después que el Presidente Constitucional de ese país, Nicolás Maduro Moro, en su histórico discurso durante la sexagésimo noveno período ordinario de sesiones de la Asamblea General de dicho órgano internacional, proclamó que las “Naciones Unidas tiene que adaptar sus organismos y someterse a la soberanía general de los pueblos del mundo que claman porque su voz tenga peso y sea respetada y se escuche.”

La campaña mediática, diplomática y política contra la República Bolivariana ha sido feroz, desde abril de 2013, y no ha cesado en su ímpetu destructivo para desacreditar y desprestigiar no solamente al Gobierno Bolivariano, sino al propio pueblo venezolano, pues fue y seguirá siendo el pueblo de la patria de Bolívar quien impuso su voluntad, al seleccionar a la Revolución Bolivariana como su más alto representante y guía, mediante el sufragio popular, tanto durante los procesos electorales del 14 de abril de 2013 como los del 8 de diciembre del mismo año. Pero desde la elección popular del Camarada Nicolás Maduro como Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, las fuerzas conservadoras y reaccionarias en el ámbito internacional han insistido en descalificar la voluntad popular del pueblo venezolano, tratando de restarle legitimidad al Consejo Nacional Electoral, el sistema judicial del país, y hasta la totalidad de las instituciones del Estado venezolano, con la finalidad de desprestigiar la Revolución Bolivariana en los ámbitos regional e internacional.

Los esfuerzos iniciales para destruir no solamente el Gobierno Bolivariano sino el propio país fueron desarticulados de manera exitosa, gracias a la sólida cooperación entre el pueblo venezolano, las instituciones del Estado y la Fuerza Armada Nacional Bolivariana, esta última heroicamente ignorando los llamados cínicos de ciertos sectores de la sociedad venezolana para que la misma viole la constitucionalidad e institucionalidad del país, y ejecute otro golpe de Estado como el del 2002. Estas fuerzas reaccionaras y fascistas – después de sus actos sangrientos de abril de 2013 - decidieron asumir un “repliegue” táctico, al asumir que el desgaste de la Revolución Bolivariana - producto de la desaparición física del Comandante Chávez – es de tal magnitud, que el mismo se evidenciaría clara y contundentemente durante los procesos electorales municipales de diciembre de 2013. En otras palabras, asumieron que se podía esperar hasta las elecciones municipales del 2013, para dejar en evidencia el desgaste y el “potencial e inevitable” colapso de la Revolución Bolivariana, durante dicho proceso electoral.

Pero otra vez más, fallan las fuerzas fascistas en evaluar correctamente la verdadera dinámica social y cultural del pueblo venezolano, y la Revolución Bolivariana logró fortalecer su legitimidad, recibiendo un mandato claro por parte del Pueblo. Lo que las fuerzas de la oposición decretaron como un “plebiscito” contra el Presidente Maduro, se transformó en una reivindicación de la Revolución Bolivariana, una reafirmación de la legitimidad del Presidente Maduro y a la vez un fuerte golpe electoral contra las fuerzas reaccionarias que hacen vida política en el país.

Desgraciadamente, al ver que todas las opciones electorales e institucionales para destruir la Revolución Bolivariana fueron desgastadas entre marzo y diciembre del 2013, se inicia en febrero del 2014 - una vez más - otro golpe fascista, con características idénticas a las famosas “Guerras de IV Generación” y los llamados “Golpes Suaves”, ambos típicos de los laboratorios de “Guerra Sucia” de los gobiernos imperiales. Estos esfuerzos fueron acompañados de un recrudecimiento en la Guerra Económica decretada e impuesta por parte de ciertos sectores internos y externos al país contra el pueblo venezolano, con la finalidad de crear la ilusión que Venezuela se está transformando en un “país fallido”, una de las condiciones necesarias para la exitosa materialización de la inestabilidad requerida para derrocar gobiernos legítimos en los países del Sur y que no se suscriben a las políticas destructivas del gobierno norteamericano.

La agenda de estos sectores y sus coordinadores foráneos es bastante clara y precisa: al hacer imposible la defensa de la soberanía nacional o al interrumpir la producción nacional, al paralizar la construcción del Socialismo del Siglo XXI o al desarticular la creación de una nueva geopolítica internacional que logre afianzar un mundo multipolar, las fuerzas fascistas lograrían estimular el fracaso de los planes estratégicos de la Revolución (La Ley del Plan de la Patria, Las Doce Líneas Estratégicas de la Revolución Bolivariana y las Cinco Revoluciones dentro de la Revolución Bolivariana), fracaso que implicaría la desarticulación de la gestión bolivariana, el deterioro de las condiciones socioeconómicas, seguido por el reino del caos, la incertidumbre y la ingobernabilidad, lo cual si se prolonga lo suficiente, pudiera en ciertas circunstancias producir el colapso del Estado y la Revolución Bolivariana.

Uno de los componentes más importantes de dicha estrategia es lograr aislar política y diplomáticamente el país sometido a dicha embestida imperial. Aunque la campaña política y diplomática contra el Gobierno Bolivariano y Venezuela inició después de la elecciones presidenciales del 2013, la misma cobró fuerza y celeridad durante el periodo entre febrero y junio de 2014, con una serie de ofensivas típicas del imperialismo norteamericano. Sin la más mínima capacidad de demostrar con evidencias, pero empleando “creativamente” distorsiones sistemáticas de las realidades del país, se alega que el Gobierno Bolivariano es un “fuerte aliado” de las redes internacionales de narcotraficantes (hacemos referencia a las acusaciones del Imperio contra el Mayor General Hugo Carvajal). Ese mismo gobierno suramericano supuestamente no “coopera” con la mal llamada e inexistente “guerra contra las drogas” que promueve el gobierno norteamericano, alegando a la vez que varios funcionarios del Gobierno venezolano son narcotraficantes o aliados del “terrorismo internacional”.

En al ámbito político internacional, se alega que el gobierno venezolano del Presidente Nicolás Maduro continua su apoyo al gobierno ruso en sus “intervenciones ilegitimas” en Ucrania (sin hacer referencia a las verdaderas intervenciones ilegitimas de Estados Unidos en ese país en el 2014 y la destrucción de su sistema democrático durante ese mismo año). A la vez, el gobierno venezolano supuestamente apoya a “dictadores” regionales como el Presidente Sirio Bashar El Asad, justamente por el rol de ese presidente árabe en la lucha contra la entidad terrorista mal llamada “El Estado Islámico en Irak y Siria”. Igualmente señalan el supuesto apoyo venezolano (sin señalar evidencias, naturalmente) a organizaciones supuestamente terroristas como Hamas y Hezbollah. Finalmente, hemos escuchado las repeticiones sin fines de como supuestamente el Gobierno Bolivariano reprime las manifestaciones “pacíficas” y “democráticas” en el país y como ha violado los derechos humanos de activistas “democráticos y pacíficos” como el Señor Leopoldo López.

En este breve documento, no pretendemos otorgarle respuestas a estas declaraciones y campañas absurdas, no solamente por el espacio limitado que posee el mismo, sino al igual porque las mismas “colapsan” por efecto de sus propios pesos, cuando son sometidas al escrutinio objetivo de las realidades internas del país y las realidades de las luchas de los pueblos en el ámbito internacional (de acuerdo a las potencias imperiales, todo lo que lucha contra sus intereses es “terrorismo”, desde Assange y Snowden y hasta gobiernos democráticamente electos como el de Venezuela y Ecuador, incluyendo organizaciones armadas que ellos mismos crearon y que ahora no les conviene que existan). Cada una de estas calumnias posee su contraparte en una realidad que reivindica la Revolución Bolivariana y la gestión del Camarada Presidente Nicolás Maduro.

Ahora bien, hacemos referencia a estas campañas imperiales de desprestigio contra Venezuela, solamente con el fin de evaluar una de los resultados más irónicos de las mismas: Ciento ochenta y un países votaron a favor del ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. ¿Se encuentra Venezuela aislada en el ámbito internacional? De nuevo, ciento ochenta y un países de la comunidad internacional señalan justo lo contrario.

Para poder evaluar esta victoria diplomática de la Revolución, quizás primero sea necesario colocar estos acontecimientos en sus propios contextos históricos. El Líder Supremo y Comandante de la Revolución Bolivariana, el Presidente Hugo Chávez Frías, articuló e impulsó en el 2006 una campaña diplomática energética y poderosa para obtener el ingreso de su país al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. En aquel contexto, el entonces embajador de Estados Unidos en la ONU, el Señor John Bolton, admitió sin pena ajena que su gobierno intervino activamente en la política interna de los países latinoamericanos, con la finalidad de sabotear el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad en el 2006:

Nosotros normalmente no nos involucramos en las decisiones de los grupos regionales (se refiere al GRULAC de la ONU), “pero esta vez actuamos producto de la amenaza que se presenta por parte del obstruccionismo venezolano contra el funcionamiento óptimo del Consejo de Seguridad… (Al no lograr el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad), el objetivo del gobierno de Estados Unidos fue exitosamente alcanzado.

El Señor Bolton fue el articulador de la candidatura del gobierno de Guatemala para el mismo puesto que buscaba el Comandante Chávez. La candidatura de Guatemala fue impulsada por el gobierno conservador de Óscar Berger, fiel aliado de las políticas estadounidenses en Centroamérica. El GRULAC de la ONU (el Grupo Latinoamericano y Caribeño de consulta en asuntos diplomáticos para tomar decisiones regionales, posee un equivalente en la Unión Interparlamentaria Mundial) – en esa oportunidad - poseía dos candidaturas para el puesto del Consejo de Seguridad dedicado a la región nuestramericana, y al materializarse las intenciones de la Revolución Bolivariana de representar a Nuestramérica en dicho consejo, el gobierno de Estados Unidos impulsó rápidamente la candidatura de Guatemala, no con la finalidad de que ese país centroamericano obtenga la representación de la región, sino como un mero “contrapeso” contra las aspiraciones de Venezuela.

De acuerdo a fuentes extraoficiales en las Naciones Unidas, Venezuela contaba con el apoyo de la mayoría de los países latinoamericanos y caribeños, mientras que la candidatura de Guatemala contaba con el apoyo de países como México (Vicente Fox), Colombia (Álvaro Uribe) y el Perú (entre Alejandro Toledo Manrique y Alan García Pérez), y otros aliados extra-regionales de Estados Unidos. Fue en aquel triste contexto injerencista por parte de Estados Unidos que se produjo una lamentable guerra de “votos” en el seno de las Naciones Unidas, en la cual el décimo proceso de voto les otorgó a ambos países latinoamericanos 93 votos por igual. Con la dolorosa y lamentable posibilidad de que las ambiciones destructivas de la política norteamericana pudieran causar daños estructurales entre los países hermanos, el Comandante Chávez optó por la candidatura alterna de Panamá, como solución que logre evitar la extensión y profundización del enfrentamiento diplomático entre los países latinoamericanos, producto principalmente de la injerencia destructiva del gobierno norteamericano.

Pero las realidades del 2014 en la región nuestramericana son diferentes a las del 2006. La candidatura de Venezuela para el puesto latinoamericano y caribeño del Consejo de Seguridad para el periodo 2015 - 2016 se adelantó sin oposición de otros candidatos de la región (lo cual implica un apoyo unánime), y no solo se lograron los necesarios 129 votos (dos tercios), sino que estos requerimientos mínimos fueron ampliamente superados, al contar finalmente con el apoyo de 181 países (97% de los 193 países que votan en la Asamblea General).

El triunfo electoral de Venezuela y su Revolución Bolivariana en la ONU es equivalente – en un sentido político internacional – a la victoria electoral de la Revolución durante el Referéndum Revocatorio contra el Presidente Chávez en el 2004, o la victoria del Camarada Presidente Nicolás Maduro el 8 de diciembre de 2013en el mismo sentido político pero en el ámbito nacional. Existen ciertas personalidades identificadas con la supuesta “Mesa de Unidad Democrática”, que inmediatamente después del triunfo contundente de la Revolución Bolivariana en el ámbito multilateral internacional, alegaron que la victoria de Venezuela se atribuye a la decisión de Estados Unidos de no oponerse a la candidatura venezolana.

Es importante señalarle a estas personalidades que quizás la razón norteamericana para no repetir sus posturas injerencistas y destructivas del 2006 es, en realidad, su incapacidad para materializar las mismas en la actual coyuntura del GRULAC de la ONU, y no simplemente una supuesta ausencia de su voluntad para impedir el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad. Lamentablemente para Estados Unidos y sus lacayos que hacen vida en Venezuela, el gobierno norteamericano no logró encontrar un candidato “adecuado” que logre crear un nuevo “contrapeso” que neutralice la diplomacia bolivariana, ni a nivel regional, ni tampoco a nivel internacional.

De la manera más cómica y quizás hasta triste, escuchamos igualmente cómo otras figuras y personalidades de la mal llamada oposición en el país alegan que el triunfo bolivariano se debe al “sobornó” que efectuó el Gobierno venezolano a los países miembros de la ONU para que voten a su favor (ver entrevista del Señor Diego Arria en la cadena de noticias norteamericana “CNN”). Acusaríamos a estas figuras de ignorancia total sobre los asuntos internacionales, sino fuera por el triste y lamentable hecho de que una de las mismas fue efectivamente embajador de Venezuela ante la ONU durante las décadas oscuras del puntofijismo.

Quizás los años no fueron muy amables y generosos con las capacidades cognitivas de estas figuras, y el deterioro físico y mental que inevitablemente nos llega a todos en el crepúsculo de la vida impulsa hoy en día a estas figuras a realizar declaraciones públicas embarazosas y tan divorciadas de las realidades internacionales, que solo logran acumular desprestigio y desgaste para las organizaciones políticas que ellos representan o asesoran. El Alzheimer, sin duda alguna, es un grave problema médico y social.

Simplemente, sobornar para obtener votos a favor de un país en las Naciones Unidas no implica sobornar a los embajadores en la ONU, pues los mismos poseen la obligación de seguir las instrucciones de sus gobiernos, y al fallar de seguir las mismas, pierden sus investiduras. Para que sea “lógica” la propuesta antes señalada, el Gobierno Bolivariano se encontraría obligado a sobornar 181 gobiernos, o quizás un número más pequeño, pero al igual sigue siendo descabelladamente inmenso. Consideramos que hasta países como Estados Unidos, la China, o la totalidad de la Unión Europea, con todas las riquezas que poseen, no tienen los recursos financieros necesarios para garantizar esta absurda “obra magna de corrupción internacional”. Antes decíamos en Venezuela “Chávez los tiene locos”, ahora reiteramos: “Chávez y Maduro los tienen locos”.

Ahora bien, ¿Qué implica esta victoria para la Revolución Bolivariana en al ámbito multilateral internacional y la geopolítica global? Lamentablemente, poder lograr cambios significativos y estructurales en las estructuras de las Naciones Unidas durante los dos años que tiene Venezuela como miembro no-permanente del Consejo de Seguridad es imposible, justo por las razones que señaló el Presidente Maduro durante su último discurso en la ONU: “un mundo más inseguro ha salido de la mano demencial de quienes dirigen y toman decisiones en estos organismos”.

La configuración arcaica actual que posee el Consejo de Seguridad de la ONU, a la vez de la diplomacia de “gangsters” (mafia) que aplica el gobierno de Estados Unidos para garantizar sus intereses en los foros internacionales (como se evidenció en el 2006), son elementos que severamente limitan la posibilidad de lograr verdaderas transformaciones en el ámbito multilateral internacional, o lograr modificaciones sustanciales en las inmensas asimetrías que existen en la distribución del poder y el “balance de amenazas” que impone el gobierno norteamericano en el sistema internacional. La preservación del statu quo en varios organismos internacionales es un aspecto construido dentro de la propia lógica del sistema, setenta años atrás, cuando se creó la Organización de los Estados Unidos en el mismo territorio norteamericano (1945, en la ciudad de San Francisco, Estado de California, Estados Unidos).

Pero lo antes señalado no implica que no se puede lograr nada positivo para los países del Sur y la defensa de las soberanías de los pueblos. En primer lugar, en el 2015, Venezuela se convertirá en el primer Estado que tenga la responsabilidad de ocupar una silla en el Consejo de Seguridad de la ONU y la presidencia del Movimiento de los Países No Alineados (MPNA), simultáneamente. Venezuela, de esta manera, podrá representar los intereses y los derechos de los países miembros de una organización internacional prestigiosa, fundada por luchadores sociales y nacionalistas de los países del Sur, al igual que el Comandante Chávez, como Jawaharlal Nehru(India), Gamal Abdel Nasser (Egipto) Josip Broz “Tito” (Yugoslavia) y Sukarno (Indonesia).

Con este doble honor, la voz de la Revolución Bolivariana adquirirá un tono aún más antiimperialista y solidario con los pueblos del Sur, al llevar las voces del MPNA al propio Consejo de Seguridad de la ONU. Los próximos dos años nos otorgarán la posibilidad de denunciar y criticar los futuros esfuerzos del gobierno norteamericano para emplear la legitimidad de la ONU con el fin de atacar o desestabilizar países miembros del MPNA. Si Venezuela logra re-articular la postura unida y coherente de la GRULAC que garantizó el puesto venezolano en el Consejo de Seguridad, pero ahora a nivel internacional, será posible frenar las futuras aventuras imperiales contra los países del Sur, en cooperación y coordinación con el multilateralismo del MPNA.

Venezuela se puede imponer como un elemento de denuncia constante contra los esfuerzos del gobierno estadounidense para deslegitimar o desestabilizar países que desafían dicho gobierno, como Rusia, la China,Irán y Siria. Seguramente, mucha iniciativas venezolanas de paz que buscarán la reducción de las escaldas agresivas de Estados Unidas serán “neutralizadas” por parte del derecho anti-democrático al veto que posee Estados Unidos, pero por lo menos el ejercicio de dicho privilegio de elites vendrá con un precio bastante alto para el gobierno norteamericano: ser denunciado como el principal actor internacional que utiliza los instrumentos multilaterales de la paz para hacer la guerra.

A la vez, las tradicionales alianzas que regularmente organiza Estados Unidos con sus “Usual Suspects” (sospechosos usuales) en el ámbito internacional (Gran Bretaña, Francia, España, Australia, Canadá y otros países) para pasar sus resoluciones y proyectos de invasión, tendrán – producto de la diplomacia bolivariana - menos ámbito de maniobra para imponer sus inmensas calamidades sobre los pueblos del Sur, como por ejemplo las invasiones norteamericanas a Irak y Libia, o las medidas para desestabilizar gobiernos como Ucrania, Siria y Venezuela, entre tantos otros.

Otro aspecto importante de la presencia de Venezuela en el Consejo de Seguridad es informativo: el acceso directo que tendrá la Revolución Bolivariana a los procedimientos y planes del Consejo de Seguridad implicará la adquisición - por parte del país suramericano - de conocimientos precisos sobre los planes de las potencias imperiales antes de que pudieran surgir al público o en la Asamblea Ordinaria, lo cual permitirá el uso de estos elementos de inteligencia diplomática para planificar respuestas desde los pueblos del Sur contra los planes de guerra y destrucción de las potencias imperiales.

Pero la tarea más importante que posee el Gobierno Bolivariano en el Consejo de Seguridad es expresas los intereses y necesidades de sus verdaderos constituyentes: los países nuestroamericanos. No queda duda alguna que la presencia de Venezuela en el Consejo de Seguridad para los años 2015 y 2016 se debe principalmente al apoyo unánime de los países de la región al proyecto bolivariano del Comandante Hugo Chávez, y su continuidad histórica en manos del Camarada Presidente Nicolás Maduro, por lo cual la primera obligación de la Revolución es representar los intereses de sus electores.

Aunque los modos de agresión y las violaciones de las soberanías que suele aplicar el gobierno estadounidense contra Nuestramérica se manifiestan en el ámbito económicocomo se evidencia con los “fondos buitres” contra nuestra Argentina o las agresiones de las multinacionales energéticas contra nuestra Ecuador – existen siempre estrategias por parte de los imperios para debilitar la seguridad y defensa de la región nuestramericana, como por ejemplo la activación de la IV Flota estadounidense, justo con el motivo de sofocar la independencia política de las republicas nuestramericanas. Al igual, podemos hacer memoria de las declaraciones agresivas del gobierno de Gran Bretaña contra la hermana República del Ecuador, en relación al caso de Julian Paul Assange, específicamente las implicaciones para la soberanía del espacio físico de la embajada ecuatoriana en ese país europeo.

La presencia de Venezuela en el Consejo de Seguridad de la ONU permitirá que ese país asuma una postura contundente y activa contra estas y otras violaciones de los derechos de los países y pueblos nuestroamericanos, violaciones que con el tiempo cobrarán aún más fuerza y agresividad, producto de la desesperación de los imperios por la consolidación de un sistema internacional multipolar, en el cual los mismos ya no forman la única fuerza con capacidad de imponerse y en control de los otros.

Finalmente, tomando esta oportunidad para compartir una reflexión personal sobre el tema que quizás no lo comparte la Cancillería venezolana, quien suscribe considera que el gran logro venezolano y bolivariano de adquirir un puesto en el Consejo de Seguridad de la ONU – aun cuando sea temporal y no posea el derecho de veto – no se encuentra precisamente en lo que se puede hacer durante los próximos dos años, sino en el propio hecho de adquirir el acceso, en primer lugar. Las historias del Panamericanismo (1889 – 1954) y las primeras cinco décadas de la Organización de Estados Americanos (1950 – 1990), se encuentran repletas de decenas de imposiciones de la voluntad política, económica y militar del gobierno norteamericano sobre las aspiraciones y anhelos de los pueblos nuestroamericanos. Lo que se suponía que era un “multilateralismo entre países soberanos e iguales”, fue en realidad una lamentable imposición imperial de un gobierno que logró transformar muchos países de la región en sus vasallos o siervos regionales, manipulando la legitimidad que otorga las instituciones y acuerdos internacionales para afianzar un dominio jurídico – institucional sobre Nuestramérica.

Pero la creación de la UNASUR, la ALBA – TCP, la CELAC y la consolidación del MERCOSUR, son todas evidencias de que el dominio jurídico-institucional de Estados Unidos sobre Nuestramérica se encuentra en repliegue y retiro, debilitado producto de la consolidación de la Unión de los pueblos de Hidalgo y Costilla, Bolívar y San Martín. No es tanto el ingreso de Venezuela al Consejo de Seguridad, sino la manera en la cual ingresó, que demuestra la fortaleza de la Unión nuestramericana y el debilitamiento del poder estadounidense sobre América Latina y el Caribe. Los países de la región rechazaron darle satisfacción al gobierno norteamericano, como solía suceder durante los tiempos panamericanos, y presentaron a un solo candidato para el Consejo: el gobierno del Comandante Hugo Chávez Frías, ahora encabezado físicamente por el Camarada Presidente Maduro, pero que siempre tendrá a Chávez como símbolo, inspiración y legitimación. Pudiéramos decir, con toda confianza, que el triunfo de Venezuela al ingresar en el Consejo de Seguridad en el 2014 no es otra cosa que el triunfo de la integración nuestramericana, el triunfo de Hugo Chávez y Néstor Carlos Kirchner, y que a su vez es el triunfo de Bolívar, Sucre, San Martin, José Martí y O'Higgins. Para los países nuestroamericanos que impulsaron la victoria de Venezuela en el Consejo de Seguridad, la Patria es América.


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