Una Lectura Geopolítica Regional y Global
del Proceso Electoral Venezolano - 2024
Omar Hassaan Fariñas
Los gobiernos de Estados Unidos y de la República Bolivariana de Venezuela siguen reeditando su conflicto no-militar, esta vez en el contexto del proceso electoral presidencial celebrado en la República Bolivariana de Venezuela, el 28 de julio de 2024. Estados Unidos decidió participar en las elecciones presidenciales – al contrario de su ausencia durante los procesos electorales presidencial del 2018 y parlamentario del 2020 – a raíz de la necesidad de reeditar su conflicto continuo con el Gobierno Bolivariano, luego de la debacle del “Interinato”, un intento que buscaba eliminar el Gobierno Bolivariano a través del uso de la figura del ex Presidente de la Asamblea Nacional venezolana del periodo 2015 – 2020. La participación estadounidense en las recientes elecciones venezolanas, obedece a criterios y elementos netamente geopolíticos (geoestratégicos y geoeconómicos), en un contexto más amplio de “guerra fría” entre Estados Unidos y la OTAN, por un lado, contra la Alianza Beijing-Moscú, por el otro, igualmente tomando en consideración las relaciones entre Caracas y Teherán (y de menos prioridad, la de Caracas y Ankara), y el rol de Estados Unidos en América Latina.
Esta participación estadounidense en el proceso electoral venezolano NO posee relación alguna con las realidades internas del país suramericano, tampoco con temas secundarios para la política norteamericana como los “derechos humanos”, la “democracia”, el respeto a la “Constitución” y la “legalidad” en el país suramericano, u otros elementos que suelen ser indicados por los medios de comunicaciones hegemónicos y los apologistas del gobierno estadounidense. Adicionalmente, aunque el dominio sobre los recursos naturales es clave para Washington, la decisión estadounidense de participar en el proceso electoral venezolano, responde más a las realidades geopolíticas del momento, que a consideraciones de ejercer el dominio sobre los recursos naturales del país suramericano.
La visión estadounidense, por más que se insiste en catalogarla como una de “largo alcance y de carácter estratégico”, en realidad suele ser de corto plazo (particularmente durante estos últimos años de declive), y se enfoca en las prioridades del momento, entre las elecciones presidenciales en Washington en noviembre de 2024, gestionar su desastre en la guerra OTAN-Rusia que se está gestando sobre territorios ucranianos y ahora rusos, y cómo ajustarse a la innegable realidad de un mundo multipolar, en donde China no es un rival que podrá hacer “colapsar” (tampoco son potencias como India, Irán, Türkiye, Arabia Saudita, etc.).
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