Las “Impenetrables” Líneas y Cúpulas
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Las “Impenetrables” Líneas y Cúpulas
Breves Observaciones sobre la Reciente Agresión contra Irán
Omar Hassaan Fariñas

En sus luchas contra la Entidad Sionista, la República Islámica de Irán puede aprender mucho de la República Árabe de Egipto, ya que esta última fue una pionera en la lucha contra este enclave geopolítico del mundo occidental en el Medio Oriente, desde mucho antes de 1948. Egipto fue uno de los primeros países en apoyar la causa palestina. La Gran Revuelta Árabe de Palestina de 1936-1939 (cuando efectivamente inició el genocidio contra el pueblo palestino), fue apoyada por el partido político islamista egipcio, la Hermandad Musulmana, y miembros de ésta ayudaron a los fedayines palestinos. Poco después, el Presidente Gamal Abdel Nasser (1954 – 1970) fue quien ayudó a crear, durante la cumbre de la Liga Árabe en enero de 1964 en El Cairo, la Organización para la Liberación de Palestina (OLP). El gran líder palestino Yasser Arafat, fue un pupilo de Nasser.
¿Cuál sería la enseñanza más importante que Egipto le puede otorgar a Irán, en esta coyuntura de luchas contra la Entidad Sionista? Pues simplemente, el sionismo no puede perder una guerra, y si la pierde, las trampas, las maniobras diplomáticas y las narrativas colocadas a través de los medios de comunicaciones globales, todas se articulan para “darle la vuelta” a la realidad estratégica y táctica en el terreno, y así poder alegar que este enclave geopolítico occidental siempre saldrá “triunfante”, a pesar de la paliza que haya recibido.
Caso en punto, la Guerra de Octubre de 1973, o la Guerra de Ramadán, la que en el mundo occidental llaman la Guerra de “Yom Kippur”. Mucho antes de las sorpresas estratégicas del 07 de octubre de 2023 – por parte de Hamas y el Yihad el Islami en la Franja de Gaza - y mucho antes de la sorpresa de los misiles iraníes que llegaron a Tel Aviv y Haifa en el 2025, en octubre de 1973, las fuerzas armadas egipcias y sirias lanzaron una ofensiva terrestre, aérea y naval contra los Altos del Golán y la península del Sinaí, otorgándole la sorpresa estratégica más severa que había recibido la Entidad, hasta ese momento.
No obstante, la mayoría de las fuentes militares e históricas del mundo occidental insisten en una clara y delirante victoria para el sionismo. ¿Por qué esa guerra fue una supuesta victoria sionista? Pues ese ejército genocida logró realizar unos cruces del canal de Suez desde el oriente al occidente, lo cual colocó al tercer ejercito egipcio bajo un asedio temporal. Fue como la captura temporal de los territorios de Kursk (en Rusia), por parte de Ucrania, en el año 2022: una obra de teatro con más efecto mediático, que estratégico. El cruce de las fuerzas sionistas del canal de Suez, el asedio temporal que fue neutralizado por los egipcios, y una masiva campaña de “limpieza de imagen” realizada por los medios occidentales, fueron empleados colectivamente para “construir” la narrativa de una supuesta “victoria decisiva” para el sionismo.
Aunque los egipcios lograron neutralizar el cerco de su Tercer Ejercito en el Canal de Suez, ya el “daño” mediático se había realizado, y todas las narrativas occidentales mantienen hasta el día de hoy la fantasía de una decisiva victoria para el sionismo, y su ejército que “no puede ser derrotado”, como ellos siempre alegan. Ahora, y después de 52 años de la Guerra de Ramadán, aparentemente le toca el turno a la República Islámica de Irán.
Entre CNN y Fox News, y los demás cabales de las narrativas occidentales, en este enfrentamiento entre la Entidad Genocida y la República Islámica de Irán – del 13 al 24 de junio de 2025 – queda claro que la “victoria” del sionismo contra Irán fue contundente. La narrativa occidental alega lo siguiente, a saber:
Las operaciones sionistas obligaron al gobierno iraní a aceptar la tregua, lo que les permitió lograr un objetivo clave. La Entidad Sionista buscaba "demostrar una amenaza creíble" para el régimen iraní, si este decidía reanudar o expandir su campaña. La inteligencia occidental evaluó que la capacidad iraní de enriquecimiento de uranio se había visto completamente mermada por los ataques estadounidenses y de la Entidad Sionista, calculando que la pérdida de tantas centrifugadoras e instalaciones obstaculizaría las actividades nucleares durante un largo período. Las interdicciones y los ataques sionistas a los lanzadores redujeron el volumen de los ataques con misiles balísticos contra la Palestina ocupada, obligando a Irán a someterse mediante el alto el fuego que dejó a los sionistas con una victoria completa.
Al igual que Egipto después de 1973, el sionismo surge como una potencia invicta y toda poderosa, sin sufrir derrota alguna. Ahora bien, ¿Cuál es la gran diferencia entre 1973 y 2025? Pues la diferencia más importante es que en ese tiempo hablábamos de países del “Tercer Mundo”, recién emergentes del colonialismo occidental, en el contexto de la primera Guerra Fría, en un mundo supuestamente bipolar. En el 2025, estos países ahora son parte del “Sur Global”, en plena segunda Guerra Fría con el enfrentamiento entre la OTAN y la Alianza Pekín/Moscú, y en un mundo irreversiblemente multipolar. Los cuentos que se comían en el Siglo XX, ya no se comen en el Siglo XXI. Las narrativas occidentales en el año 1973, poseían una fuerza de difusión y convicción – una hegemonía – que, en el 2025, se encuentra severamente desgastada.
El líder sangriento del genocidio contra el Pueblo Palestino, se encontraba antes del 13 de junio, en una situación semejante a la de su padrino en la Casa Blanca. Ambos enfrentaban fuertes críticas y rechazo por parte de sus poblaciones, por no lograr los supuestos objetivos que ellos mismos habían asumido como pilares esenciales de sus respectivas gestiones. El carnicero de Tel Aviv aún sigue empantanado en el exterminio de la población civil palestina, un genocidio que no demuestra utilidad alguna estratégica para el sionismo, salvo la de obtener la peor reputación internacional que un país ha adquirido, desde que Adolfo y su régimen en Alemania perdieron su derecho de formar parte de la raza humana.
A la vez, el Señor Trump le ha declarado guerra arancelaria al resto del planeta tierra, prometiendo estabilidad económica para los estadounidenses a través de arruinar las economías del resto del planeta, pero en vez, lo único que ha logrado es empeorar la situación económica de su país, sin demostrar tampoco una victoria contundente en el ámbito internacional. En este sentido, se unieron las causas de ambos gobiernos fascistas, para actuar en el ámbito más allá de sus fronteras, con la finalidad de resolver sus graves problemas internos.
El Carnicero de Tel Aviv le vendió una “excelente” idea al Señor Trump: “Tenemos espías y agentes dentro de Irán, grupos traidores a su propio país, como también nuestros propios agentes que ayudarán a sabotear las defensas aéreas de Irán, asesinar a casi todo el liderazgo político y militar, con drones para destruir y generar el pánico, y sin preocuparnos por una fuerza aérea iraní que ya casi no existe – gracias a las sanciones (medidas coercitivas unilaterales) impuestas por Estados Unidos desde 1979 contra el país persa – tendremos superioridad aérea que garantice o el derrocamiento del gobierno por completo, o por lo menos una sumisión que garantice que firmen un nuevo acuerdo nuclear, y quizás hasta balístico también. Se puede lograr, con pocas acciones, o el primer objetivo, o el segundo”.
Esto fue, palabras más, palabras menos, lo que se le garantizó al Señor Trump, en una coyuntura en la cual tanto el primer mandatario estadounidense como el autor del genocidio en Palestina, desesperadamente necesitan exportar sus graves problemas internos, a raíz de sus “deadlocks” (interbloqueos) domésticos que tienen sus gestiones paralizadas, y en el caso de Tel Aviv, a la vez tiene a su líder al punto de perder su cargo y ser enjuiciado.
Ahora bien, muchos se preguntan: ¿Cuál fue la nueva inteligencia que poseen los sionistas y la “compartieron” con los estadounidenses, sobre el programa nuclear iraní, y que hizo la intervención militar absolutamente necesaria, en esta coyuntura? Pues ninguna, y el problema en realidad no es uno de “nuevas inteligencias” (los propios medios occidentales indicaron, y la pésima agencia de energía nuclear lo ha confirmado: no hay cambios en el programa nuclear iraní). Deberíamos en vez preguntarnos: ¿Cuáles son los factores internos y domésticos que azotan las gestiones de estos dos líderes, y que llevaron a estos a exteriorizar sus crisis, hacia un ataque contra Irán? Irán, en este contexto, no es en realidad un “problema”, sino una oportunidad muy adecuada para los agresores poder abordar problemas que tienen nada que ver con la República Islámica. Irán es simplemente una “solución” para los problemas de estos líderes agresores.
Tel Aviv ya tiene años, quizás décadas, preparando para este tipo de agresión (una semejante a la ejecutada contra Irak en el año 1981, en contra del reactor nuclear iraquí “Osirak”). Al primer mandatario estadounidense le vendieron esta operación, como le vendieron la Operación Barbarroja (invasión nazi de la Unión Soviética) a Adolfo, antes de 1941. Para entonces, el líder fascista había indicado famosamente que “todo lo que tenemos que hacer es derribar la puerta, y todo el edificio se derrumbará”, en referencia a la Unión Soviética. Esta misma mitología se la vendieron al Señor Trump, pero ahora en referencia a Irán, y dada las circunstancias políticas del Señor Trump en ese momento, se veía en el horizonte la posibilidad de una fácil victoria en el ámbito internacional, que quizás pudiera compensar los fracasos en el resto del mundo.
El Señor Trump otorgó la luz verde, a pesar de las indicaciones de sus propias agencias de inteligencias que aseguraron que no existen señales de desarrollo de armas, por parte de Irán. Es decir, no se trataba de programas nucleares ni cambios de regímenes, sino de exportar graves crisis estructurales internas – agudizadas por las acciones de los mismos líderes agresores – hacia un ámbito que sea aceptable atacar, como lo es por ejemplo Irán, ya que no se atreven a atacar países como Rusia y China.
La idea general era descabezar el liderazgo militar y político iraní, a través de ataques aéreos y equipos de espías y agentes de sabotaje desde adentro. Esto sembraría el pánico y el caos en Irán, y así fácilmente se obtiene un colapso del “régimen” en pocos días, sin daños notables a los agresores. Este plan, en teoría, hubiera generado grandes beneficios políticos para ambos líderes, el Señor Trump y el Carnicero de Tel Aviv.
El inició de este plan, al igual que la misma operación Barbarroja (la cual igualmente empezó en el mes de junio, de 1941), les fue muy bien a los fascistas. Se sabía desde tiempo que existían agentes trabajando e infiltrando los espacios estratégicos en Irán, pues así fue como lograron asesinar al líder palestino Ismail Haneya, uno de los líderes de Hamas, en Teherán, a la vez de tantos otros líderes iraníes. Estos agentes se activaron, y causaron severos daños, asunto que es imposible de negar. Las defensas aéreas iraníes no funcionaron bien inicialmente, parte de los actos de sabotaje coordinados por el sionismo y sus agentes.
Pero al igual que la operación Barbarroja en su momento, solo el inició se dio como lo anticipa el plan de agresión. La sorpresa más fuerte que le tocó al fascismo sionista no fue la potencia y la capacidad de los misiles iraníes, sino otro elemento que los medios occidentales obviamente ocultan por completo. Pocas horas después del martirio de unos líderes militares y científicos, una nueva fila de estos estaba lista para ascender y asumir los cargos estratégicos, y, más importante, ejecutar los planes de operaciones militares, los mismos que, al igual que los sionistas, los iraníes tenían ya años preparándolos, justo para abordar un momento como el que se dio el 13 de junio de 2025. El golpe contra el liderazgo iraní esperaba paralizar a estos. En vez, sucedió algo muy diferente. Hasta la misma Unión Soviética, duró unos meses para que el liderazgo destruido sea reemplazado por gente capaz de coordinar un plan de operaciones complejo (gente como el Mariscal Gueorgui Zhúkov). Los iraníes lo lograron en meras horas.
¿Cómo lograron los iraníes este milagro? Le tenemos que hacer esta pregunta a los expertos en el tema: Hamas y el Yihad el Islami. Hamas tiene más de 30 años sufriendo el exterminio sistemático de sus líderes, y con tanta experiencia ya operan de manera mucho más “orgánica”. Con cada asesinato de un líder de Hamas, el sionismo celebraba el supuesto fin de esa organización, para luego ver cómo estos palestinos le otorgaban al sionismo otro golpe, ejecutado por los nuevos líderes que reemplazaron a los anteriores asesinados, y quienes a su vez luego fueron exterminados. A pesar del derramen constante de la sangre de sus líderes, cada golpe de Hamas contra el sionismo llegaba más fuerte que el anterior, asunto que se puede constatar observando la progresión de la efectividad de la resistencia palestina durante las guerras entre Hamas y el sionismo fascista, antes del 2023.
Quienes reemplazaron a los asesinados lideres iraníes, no fueron solamente preparados para asumir estos cargos, sino igualmente para coordinar la respuesta iraní contra el sionismo. Es en la magnitud y calidad de la respuesta, que se evidencia la segunda sorpresa que recibieron los sionistas y sus jefes estadounidenses. Irán dedicó sus esfuerzos y sus reducidas capacidades financieras al desarrollo de un sofisticado programa de misiles, asunto que tiene mucho sentido. Primeramente, no existen fronteras comunes entre la Entidad Genocida e Irán, por lo cual un conflicto terrestre no se desarrollará entre ambos. Tampoco se puede desarrollar un conflicto marítimo, ya que nadie buscará peleas en el estrecho de Ormuz, y menos en el mar Caspio. Los ataques solamente pueden ser aéreos, y estos se dividen en cuatro componentes: fuerza aérea (aviones de caza); drones; misiles (balísticos y no balísticos, o “cruceros”), y defensa aérea (lo que incluyen misiles, pero son tierra-aire, en vez de tierra-tierra).
Ahora bien, los aviones de caza son una de las armas más caras que existen, y no son pocas las que se requieren para lograr un tangible efecto disuasivo. Se requiere entre 120 a 150 cazas de distintas capacidades, para tener una flota que pueda ser efectiva en un conflicto prolongado contra una potencia que posea una fuerza aérea similar. La Entidad Sionista puede darse el lujo de tener una cantidad grande de aviones de caza con tecnología de punta, ya que tienen al contribuyente estadounidense que termina financiando la totalidad del aparato bélico sionista. Pero Irán, con las “sanciones” estadounidenses y las agresiones desde hace décadas, no posee los lujos que solo están disponibles para los sionistas. La gran mayoría de los países que producen aviones caza, tienen prohibido por Estados Unidos venderle a Irán hasta un alfiler, y mucho menos aviones de caza. Cuando Irán necesitaba desarrollar una flota (comienzos del Siglo XXI), los únicos países que podían suministrar estos eran Rusia y China, y para entonces, no estaban en condiciones geopolíticas de invocar la ira de Washington.
A raíz de todo lo indicado, los iraníes decidieron dedicar sus esfuerzos a desarrollar los otros 2 componentes señalados: los drones, y los misiles. Una de las ventajas de estas tecnologías es que, a diferencia de los aviones de caza, no se tienen que comprar ensamblados, y en vez se pueden producir en Irán, y mantenerlos bien escondidos de los ojos occidentales. Fue justo eso lo que hicieron los iraníes, y ahora es que estamos observando el fruto de sus labores.
Amerita recordarle al lector que cuando el Señor Trump denunció, en el año 2018, el Plan de Acción Integral Conjunto, el acuerdo internacional sobre el programa nuclear de Irán establecido en Viena en julio de 2015, lo realizó con la excusa principal de que este no “abordaba el desarrollo y la producción de misiles balísticos”, justo porque estaban al tanto de que cuando inicien la agresión contra Irán, se deseaba que Irán esté completamente incapaz de defenderse.
Es interesante recordarnos de los eventos del pasado, para ver el grado de hipocresía que caracteriza el Mundo Occidental. El entonces presidente iraní Hassan Rohani, la primer Ministra británica Theresa May, el presidente francés Emmanuel Macron, la Canciller Angela Merkel y la jefa de política exterior de la Unión Europea de entonces, Federica Mogherini, indicaron oficialmente en el 2017 que el acuerdo nuclear con Irán funcionaba correctamente, y que ningún país podría romperlo, reafirmando así su apoyo al pacto. El ministro de Asuntos Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, confirmó ese mismo año que Irán cumplía con lo acordado. Además, los inspectores de la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA), pasaron un total de 3.000 días en Irán, instalando precintos y recopilando fotos de cámaras de vigilancia, datos de medición y documentos para su posterior análisis.
En marzo de 2018, el entonces director del OIEA, Yukiya Amano, declaró que la organización había verificado que Irán estaba cumpliendo con sus compromisos en materia nuclear. Pero en mayo de 2018, Estados Unidos se retiró oficial y unilateralmente del Plan de Acción Integral Conjunto (PAC), después de que el Señor Trump impuso nuevas "sanciones" (medidas coercitivas) para ejercer la máxima presión contra Teherán y destruir su economía (todas las grandes empresas europeas abandonaron sus negocios con Irán por temor a las agresiones económicas estadounidenses). La retirada estadounidense del acuerdo se justificó por la insistencia estadounidense (y los sionistas detrás de estos) en que el acuerdo nuclear tiene que abordar cuestiones no nucleares, como el programa de misiles balísticos de Irán y sus actividades regionales, o, mejor dicho, su política exterior.
Ahora, en el 2025, Estados Unidos y su enclave en el Medio Oriente alegan que Irán “violó sus responsabilidades internacionales”. Estados Unidos y la Entidad Genocida han destruido el derecho internacional, y la primera denunció el acuerdo nuclear por razones completamente alejadas de los temas nucleares, y ahora hablan estos de “cumplimiento” y de “respeto al derecho internacional”. No solamente denunciaron el acuerdo, sino que se dedicaron desde el año 2018 y hasta la actualidad del 2025, a destruir la economía iraní – actos que violan el derecho internacional, sin duda alguna - y aún con eso, el que no está “cumpliendo” con el derecho y el acuerdo nuclear es Irán, y siempre Irán.
Ahora bien, la sorpresa que recibieron los agresores de Irán fue sustantiva, ya que se esperaba que tanta presión diplomática y económica, junto a los asesinatos, los espías y los equipos de sabotaje internos, todos garantizarían que Irán no logre desarrollar una disuasión efectiva contra las futuras agresiones sionistas/estadounidense. En vez, fuimos todos testigos del aguacero de misiles que penetró la famosa “Cúpula de Hierro”, un supuesto “impenetrable” sistema móvil de defensa aérea que consiste de un sistema de misiles tierra-aire, casi todos de fabricación estadounidense.
La “Cúpula de Hierro” fue declarada “impenetrable”, cuando esta fue creada en el 2011. Ahora bien, después de la derrota de los árabes en 1967, la Entidad Genocida incorporó a su dominio todos los territorios robados en ese año, lo que incluyó para entonces la Península del Sinaí. Ahí, construyó la famosa “Línea de Bar Lev”. Esta “línea” fue una cadena de fortificaciones construida a lo largo de la orilla oriental del Canal de Suez. Al igual que la Línea Maginot (en Francia), esta línea constituía un complejo sistema de defensa que se extendía 150 km a lo largo del Canal de Suez. Fue diseñada para defender a la potencia usurpadora de tierras, de cualquier asalto egipcio a través del canal de Suez. Se declaró que esta funcionaría como un "cementerio para las tropas egipcias", y que solamente una detonación nuclear pudiera destruirla. Los sionistas afirmaron ante el mundo entero, con apoyo estadounidense como siempre, que la línea era “impenetrable”. Esta misma línea fue invadida y capturada intacta en menos de dos horas, durante la Operación Badr de Egipto, el 6 de octubre de 1973. Aparentemente, la impenetrable “cúpula de hierro” fue otra “Línea Bar Lev” que es completamente impenetrable, hasta que los misiles iraníes la penetraron y causaron los daños devastadores que todo el mundo pudo presenciar, los mismos daños que estimularon el cese del fuego el 24 de junio de 2025.
La sorpresa estratégica del cambio inmediato del alto mando iraní y su disposición para efectuar los planes militares previamente establecidos, a la vez de la efectividad y eficacia del sistema de misiles iraníes, fueron sin duda alguna los factores más importantes de este breve enfrentamiento. El terror que vivió la población sionista, la necesidad de correr a los refugios civiles, las imágenes de destrucción masiva en las ciudades de Tel Aviv y Haifa, entre otras, los videos en las redes sociales de los colones sionistas peleando unos con otros para poder acceder a los refugios, el terror que tuvieron que vivir por 10 o 11 días – el mismo que los palestinos tienen ocho décadas sufriendo – fue un shock psicológico que ni los gringos ni el gabinete del Carnicero de Tel Aviv, estaban preparados para absorber.
En un momento en particular, quizás el 20 de junio, ya la caída constante de los misiles iraníes sobre los territorios palestinos ocupados y la poca probabilidad de que el “régimen” iraní colapse como se esperaba, llevó a los sionistas a hacer un llamado para la intervención directa de Estados Unidos. No se trataba de la necesidad de obtener armas antibúnker y aviones furtivos (stealth), sino que ya el desgaste material y psicológico fue bastante fuerte para los sionistas, y Estados Unidos tuvo que intervenir de manera directa para salvarlos.
En primer lugar, ya para el 18 de junio, la Entidad Sionista informó que se estaba quedando sin los interceptores de misiles “Arrow”, un pilar fundamental de su “Cúpula de Hierro”. Los estadounidenses expresaron su preocupación por la capacidad de su enclave en el Medio Oriente para continuar, si el conflicto continúa intensificándose. En respuesta, Estados Unidos desplegó plataformas de defensa terrestres, marítimas y aéreas adicionales en la región y suministró a la Entidad Genocida más equipos de defensa antimisiles. Funcionarios del Pentágono luego expresaron su preocupación por los propios niveles de suministro de Estados Unidos, advirtiendo que ambas naciones se estaban acercando al límite del uso sostenible de interceptores. Estos funcionarios confirmaron que la escasez se debe a que Irán aumentó sus descargas de misiles balísticos, poniendo a prueba la resiliencia de la arquitectura de defensa aérea, en medio de esa breve guerra.
En segundo lugar, el golpe contra la Entidad Genocida fue igualmente económico. Tras solo 12 días de guerra directa con Irán, fue la Entidad Sionista la que aceptó un alto al fuego a una guerra que ellos iniciaron, presionados no solo por razones claramente estratégicas y de aguante de su población, sino por una crisis económica sin precedentes. Según el Ministerio de Finanzas de la propia Entidad, los daños económicos superan los 10 mil millones de shekels (unos 3 mil millones de dólares), más del doble que los 21 meses de genocidio en Gaza. El jefe de la Autoridad Tributaria del sionismo, Shai Aharonovich, lo dejó bien claro: “Nunca antes habíamos enfrentado un daño de esta magnitud”.
Fue Estados Unidos, el único y constante salvador de la Entidad, el que logró maniobrar a favor de detener la escalada, y a la vez poder alegar otra victoria imaginaria para el sionismo. Quizás un último punto que llevó a Estados Unidos a buscar el cese del fuego sin saber a ciencia cierta el daño causado a los reactores nucleares iraníes (¿Cómo pueden saber el daño causado, si no tiene acceso a los sitios bombardeados, y el supuesto daño fue subterráneo, adonde los satélites no pueden ver?) y mucho menos sin lograr el derrocamiento del gobierno islámico, fueron las amenazas (por parte del parlamento iraní) de cerrar el estrecho de Ormuz. Con esta amenaza, el golpe a las frágiles economías occidentales y la ira de países como China (quien se quedaría sin petróleo, gracias a las “aventuras” de Trump), hubiera desatado un conflicto que se le escaparía muy rápidamente de las manos al Señor Trump.
Ahora bien, se pueden abordar muchos otros detalles sobre este enfrentamiento, pero en lugar de un artículo, tendríamos un libro. Entonces, para finalizar, es importante señalar otro asunto de gran importancia: Irán, un país del Sur Global, un país que enfrentó la guerra más larga del Siglo XX (la Guerra entre Irak e Irán), un país que ha sido estrangulado con todo tipo de medidas coercitivas unilaterales desde 1979, un país rodeado por fuerzas y potencias que desean el fin de su Revolución, se enfrentó a una Entidad que posee todo el apoyo y los recursos de la maquinaria militar, tecnológica y económica más grande del planeta, y en pocos días, esta Entidad tuvo que chillar y gritarle al único garante de su existencia – Estados Unidos – para que la salve de Irán. Lejos de lograr el colapso del gobierno y la revolución iraní, lejos de destruir el programa nuclear, Estados Unidos solo logró obligar a las partes a aceptar un cese del fuego, y con esto alegar, como lo hicieron en 1973, un “triunfo” para el sionismo.
Finalmente, es importante señalar que un verdadero problema que enfrente en la actualidad la República Islámica la ineficacia de su seguridad interna. En este aspecto, el grado de penetración del enemigo es bastante preocupante, ya que es la misma razón que permitió el asesinato del Líder de Hezbolá, Hassan Nasralá, en el Líbano. Irónicamente, las fallas y los fracasos iraníes después del 13 de junio, son a la vez la gran oportunidad que Irán necesita para doblar sus esfuerzos con la finalidad de exterminar las redes de espías y agentes de sabotaje interno. Ya Irán inició el proceso de depuración de lo que obviamente es una red extensa de espías y de agentes que ponen el país, incluso hasta el propio líder supremo Ali Jamenei, en peligro mortal. Sin abordar este tema de manera eficaz y contundente, Irán nunca logrará consolidar sus esfuerzos en futuros conflictos, cuando estos se den.
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