La Responsabilidad Social del Historiador
Álvaro Matute*
Instituto de Investigaciones Históricas
Universidad Nacional Autónoma de México
Investigar, enseñar y divulgar. Ésas son las tres acciones a desempeñar por parte
de quienes deciden dedicar su vida al estudio de la historia. Soy historiador porque
investigo y lo hago para comunicar mis hallazgos a mis semejantes, según se
me presenten en el aula o como público interesado en el saber histórico.
A lo largo de los siglos, las sociedades a las que han pertenecido y pertenecen
los historiadores son las que condicionan las preguntas que éstos le hacen al pasado.
Es extraño que no suceda así, a pesar de la multiplicidad de inquietudes
que manifiestan los historiadores cuando deciden lo que habrán de escudriñar.
Johann Gustav Droysen se refirió a la pregunta investigante como aquello que guía
el impulso de quienes habrán de emplearse en archivos y bibliotecas en busca
de noticias, datos, fragmentos, hechos, restos que les permitan arquitecturar una
reconstrucción lógica y congruente de algo que sucedió y que no puede ser ni
repetido ni reproducido tal y como ocurrió. El historiador reconstruye y selecciona,
rescata elementos y cubre omisiones, pero todo ello por virtud de ser un ser
social que expresa su tiempo y circunstancia, tanto en lo que le dicta su psique
como lo que su entorno le demanda. Ya se ha dicho mucho cuáles son los elementos
que condicionan la razón de ser de las preguntas, principiando por la insatisfacción
que produce un tipo de saber que, o no está completo o no tiene
lógica, entre otras cosas. Entonces se va en busca de la satisfacción, sí, como un
acto producto tanto de la individualidad egoísta como del sentimiento de pertenencia
a la sociedad.
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