El Nuevo Leviatán del Medio Oriente: El “Estado Islámico” como Instrumento para la Balcanización de la Región
Omar José Hassaan Fariñas
Lista de Contenidos:
Introducción
Lo Geopolítico y lo Religioso
La Guerra de los Treinta Años
Las Categorías Étnicas y Religiosas
Las “Teorías de la Conspiración”
Las Estructura Sociales
Chile Declassification Project
La Guerra de los Ocho Años
El “Show” Militar de la Unipolaridad Norteamericana
“Mission Accomplished”
De‐Baathification Policy
La Insurgencia Sunita
Al‐Zarqaui y al‐Qaeda en Irak
Nacen las Sahwas
Análisis del Periodo 2003 – 2009
Guerra Fría: Teherán y al‐Riad
Al‐Asad, el Alawismo y el Eje Chiita
Surge el “Estado Islámico en Irak y el Levante”
Resurge el “Estado Islámico”
Al‐Maliki, el Sectarismo y las Sahwas
Bucca y Cropper
El Frente de al‐Nasra y el “Estado Islámico”
Las Reservas Petroleras y la Geopolítica del Medio Oriente
¿Qué Busca Estados Unidos en el Medio Oriente?
Desintegración del Primer Plan Norteamericano
La Segunda Oportunidad para Derrocar a al‐Asad
Estados Unidos: Del Golfo al Levante
La Balcanización Inspirada por la Antigua Yugoslavia
Conclusiones
Mapas
Con el “oscurantismo” de los discursos ideológicos occidentales, se busca ocultar y desvanecer las verdaderas motivaciones de los conflictos – todos los conflictos – en el Medio Oriente: la dominación, la explotación, las luchas por el poder, y claro y naturalmente, el dominio sobre las tierras y sus recursos naturales. El problema surge de la confusión (intencional o no –intencional) entre las verdaderas motivaciones y propósitos de dichos conflictos (razones geoestratégicas y geopolíticas) por un lado, y los modos de movilización, identificación y motivación de las masas que participan en los conflictos, por el otro. Las motivaciones de los líderes y las elites socioeconómicas para iniciar y/o perpetuar conflictos geopolíticos regionales raramente son las mismas motivaciones que son utilizadas para movilizar las masas a favor o en contra de un proyecto político o una guerra en particular. Esto es un hecho no solamente del Medio Oriente, sino de todo el mundo, y durante las diferentes épocas históricas.
Las masas no pueden ser movilizadas para defender asuntos de poca importancia para las mismas, como por ejemplo la protección de la propiedad privada, los mercados y las ganancias, pero si pueden ser movilizadas por un nacionalismo intolerante, una interpretación (o distorsión) destructiva y nihilista de una religión que en esencia es tolerante (como el Islam), o un discurso ideológico que llame a la “defensa” de la supremacía y la pureza racial (como el “Destino Manifiesto”), mediante la “limpieza étnica” de justo las poblaciones que deben ser dominadas o sometidas para apropiarse de sus recursos naturales, o por necesidades del mercado global.
Los elementos que facilitan la movilización de los participantes en estos tipos de conflictos son, por lo general, religiosos, nacionalistas o ideológicos –algunas veces con un fuerte factor étnico ‐ como por ejemplo la disolución de la antigua Yugoslavia, o el exterminio étnico entre los hutus y los tutsis en Ruanda. Estos tipos de conflictos siempre poseen – a fondo ‐ motivaciones socioeconómicas y luchas internas por el poder y el dominio, que por lo general no se “externalizan” ni se visualizan, justo y precisamente para que los discursos empleados con el fin de movilizar las masas no entren en conflicto con los verdaderos intereses de las elites políticas y socioeconómicas que impulsan los mismos. Lo antes mencionado es la razón por la cual la mayoría de estos tipos de conflictos suelen dar la impresión que son motivados por diferencias religiosas, étnicas o culturales, cuando en realidad poseen otras motivaciones y naturalezas a fondo.
Aunque estos conflictos por lo general son localizados, es decir, la mayoría de sus actores pertenecen a una región geográfica limitada y definida, en ciertos casos, una potencia extra‐regional se involucra en el conflicto directa o indirectamente, con el fin de obtener sus propios beneficios (o dominar geopolíticamente a toda la región), usualmente a costa de todos los otros actores. En estos casos, lamentablemente, lo que ya era un conflicto altamente complejo, problemático y sangriento, se transforma en algo infinitamente peor, producto de las injerencias de la potencia exterior y su capacidad para alargar el conflicto e impedir que llegue a un punto de equilibrio.
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