El Compás Moral del Mundo Occidental y el Genocidio en la Palestina
Omar Hassaan Fariñas
Por más que sea brutal la imposición del poder por parte de un dado actor dominante, sin un liderazgo genuino que no depende exclusivamente del uso de la fuerza en cada momento de su existencia, la dominación no puede sobrevivir por mucho tiempo. Ese liderazgo es una construcción no muy diferente a lo que el filósofo y luchador sardo Antonio Gramsci denominaba “egemonia” (hegemonía), en la cual la dominación se consolida a través de una relación discursiva y sociocultural entre las clases dominantes y subalternas. La relación discursiva - por más hipócrita y de doble moral que sea – tiene que tratar de conciliar una visión supuestamente “universal”, con intereses netamente “sectoriales” y particulares, por lo cual debe siempre demostrar por lo menos el mínimo funcionamiento de una “brújula” o un “compás” moral, sin importar que ese compás refleje las verdaderas acciones de la potencia dominante, sino solamente que coincida con sus falsos discursos. Pero al perder completamente esa brújula, el liderazgo se desgasta y se erosiona, y la dominación solo se puede sostener a través de la pura fuerza.
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